Aunque hoy
en día podemos encontrar semillas y plantero fácilmente en cualquier vivero,
floristería o en grandes superficies dedicadas a la jardinería, yo prefiero, en
ocasiones, recoger y guardar las semillas de las variedades que me gustan. Sobre todo cuando se tratan de variedades que no son comerciales y de aquellas que
las vienen cultivando generaciones pasadas.
Posiblemente
no merezca la pena, en muchas ocasiones, perder el tiempo en guardar semillas
que muchas veces, cuando las plantamos, de ellas salen plantas con unas
características muy diferentes a las esperadas. Esto suele suceder cuando
recogemos semillas de plantas muy seleccionadas, hibridadas o que han sufrido
cualquier otro tipo de manipulación genética. No obstante, no pasa nada por
probar y experimentar. Este blog está dirigido a todas aquellas personas que
les gusta la naturaleza, la fauna, la flora… y también a aquellos que le guste tener su propio huerto o cultivar
unas pocas plantas en las jardineras o macetas de su terraza, sin más, no se
trata de obtener grandes cosechas, simplemente de cultivar las hortalizas,
plantas aromáticas u ornamentales por pura afición. Con ello poder observar, aprender y
estar en contacto con la naturaleza, y por supuesto que nos alegraremos si además conseguimos una buena cosecha.
Voy a dar
una serie de consejos para guardar y conservar las semillas de aquellas plantas
que os gusten, para todos aquellos que no
sepan cómo hacerlo. Aunque estoy seguro
que muchos de vosotros tendréis vuestros
propios métodos tan buenos o mejores que estos, mi intención es tan solo compartir experiencias.
Las semillas de calabaza,
también las de pepino o calabacín, bastará con retirarlas del fruto y dejarlas
secar unos días al sol.
Una vez que estamos seguros de que estén bien secas, la podemos
guardar.
Sin duda alguna el cultivo estrella de mi huerto es el tomate. Hace
más de diez años que en casa de un amigo comí unos tomates buenísimos, él me
dijo que había comprado el plantero en un vivero, que
eran de la variedad raff, y que me guardaría semillas, pero se le
olvidó, y meses más tarde (finales de octubre o noviembre) visité su huerto, en
el suelo había quedado un tomate medio descompuesto, lo guardé y extraje las
pocas semillas que quedaban, para plantarlas al año siguiente.
El resultado de aquellas semillas fueron estos tomates de los cuáles
conservo las semillas año tras año dándome unos resultados excelentes, aunque creo que no
son de la variedad raff, sino que más bien se parecen a la variedad de tomate
rosa, aunque no sabría determinar con exactitud su variedad. Lo cierto es que
lo que menos me preocupa es la variedad a la que pertenecen, para mí es un buen
tomate, por sus características, ya que
tiene un buen sabor, aunque puede ser que otras variedades lo superen, también
tiene una textura muy agradable, es muy carnoso, lo que lo hace apto para
conservar en frascos al vacío, sin que se convierta todo en líquido. Además su
planta es muy rústica y resistente a la sequía, lo que lo hace ideal para
cultivarlo en mi huerto que durante los meses de Julio y Agosto suele escasear
el agua para el riego, llegando a aguantar hasta un mes sin regar en una tierra
bastante árida.
Por estas razones todos los años recojo algunos tomates y extraigo sus semillas. Escojo los más
maduros y sanos, aunque pruebas que he hecho con tomates ligeramente maduros me
han dado también buenos resultados.
Aunque recuerdo que mis abuelos dejaban algunos tomates abiertos en
una ventana sobre un papel para que las semillas se secaran yo prefiero recoger las semillas en un recipiente para
lavarlas posteriormente.
Con ayuda de un colador y colocándolas debajo del grifo, elimino todos
los restos de pulpa.
Una vez eliminada toda la pulpa posible, las vuelvo a lavar y las
escurro.
Una vez escurridas las tiendo sobre un paño, sonde las seco y las
restriego para volver a eliminar los pocos restos de pulpa que hayan quedado.
Las cambio a un paño seco y las coloco al exterior donde les dé el
aire (cuidado que el viento no se las lleve) y el sol.
Una vez que estén bien secas (si no lo están corremos el peligro de
que aparezcan mohos) y hayan quedado sueltas, las colocaremos en tarros que
tengan el cierre lo más hermético posible. Los frascos de patés o mermeladas
van muy bien, también los botes de plástico de los antiguos carretes de fotos
pueden servirnos, yo guardo un montón para estos menesteres, que además son de
color oscuro generalmente negros lo cual evita que pase la luz. No olvidaremos
colocar una etiqueta con la fecha y la variedad a que pertenece. Y ya están
listas para guardar en un lugar lo más fresco y seco posible.
No todas
las semillas requieren este tipo de tratamiento, otras tan solo hay que esperar
a extraerlas del habitáculo que las protege y guardarlas, como puede ser el
caso de las leguminosas que están protegidas en el interior de una vaina.
Con las judías, nos limitaremos a separarlas de sus vainas secas, que
habremos recogido cuando estén bien granadas.
Es frecuente que entre las judías de una determinada variedad se
hallen semillas de otras variedades, las cuales apartaremos, también
apartaremos las semillas mal formadas, comidas por insectos, afectadas por
mohos y todas aquellas que no tengan buen aspecto. Una vez seleccionadas las
semillas las guardo en frascos de la misma manera que guardo la del tomate.
En general la mayoría de las semillas no nos darán ningún problema a
excepción de alguna, como por ejemplo las judías que pueden ser atacadas por
los gorgojos.
Hay que tener en cuenta que estos insectos ponen sus huevos en el
grano, antes de que nosotros recojamos la cosecha, eclosionando una vez que
hayamos guardado las semillas, sus larvas se nutrirán de la legumbre y luego
aparecerá el adulto que se ve en la imagen.
Tradicionalmente en mi entorno, para evitar el ataque de los insectos,
se introducía una cabeza de ajos entre la legumbre, aunque tengo dudas de su
eficacia, yo también lo hago y hasta ahora no he tenido ningún problema (de
hecho las judías con gorgojos de las fotos me las habían regalado). Métodos más
eficaces, son el congelar los granos una vez a que estén bien secos durante dos
días, una vez descongelados se vuelven a secar y se guardan, de este modo muere
el huevo y las pequeñas larvas que pudieran haber eclosionado ya, también hay
quien las mantiene al vacío, aunque este método no lo he probado nunca.
Ya había leído este blog en más de una ocasión pero esta entrada me ha encantado. Mis abuelos también han sido siempre de plantarse sus propias semillas, a veces han comprado algunas, pero de normal año tras año las iban guardando. La verdad es que yo solo he visto el proceso del final, recoger los frutos y comérmelos jejeje, pero el proceso previo también debe ser bonito, ver como de un alimento extraes la semilla, después la conservas en sus condiciones más optimas, las cosechas en el mes que toca y después la recoges, como no va a estar buenos esos alimentos!!! es imposible que no lo estén ;)
ResponderEliminarUn saludo.
www.upciencia.com
Te agradezco tu seguimiento y me satisface que te guste mi entrada. Pues el fin con el que comencé a escribir no es otro que dar a conocer y compartir mis experiencias con gente como tu, con las cuales, y gracias a estas nuevas tecnologías podemos estar en contacto.
ResponderEliminarSaludos!!!