Llega el
Ebro a Zaragoza con un tortuoso meandro que recorre barrios periféricos de la
ciudad antes de entrar en el centro de la capital.
Es el Meandro
de Ranillas, abrazando una gran superficie de tierra en su margen izquierda que años atrás estaba en parte ocupada por huertas y que en los años previos al
2008 fueron transformadas para albergar la Expo
Zaragoza 2008. Aunque se construyeron algunos edificios, gran parte de su superficie
fue utilizada para crear un amplio parque, El
Parque del Agua Luis Buñuel con zonas deportivas y de ocio integradas en el
amplio recinto. En estas zonas podemos encontrar abundante fauna urbana, al
igual que en otros parques de la ciudad, con la peculiaridad que en él se ha
integrado un espléndido humedal, aunque artificial, ha quedado perfectamente
naturalizado con la vegetación, en su mayoría carrizal, que cubre parte del
gran entramado de canales, que recorren el parque a todo su largo. Aunque no es este el único atractivo que el meandro nos ofrece, también el soto que a modo de franja
más o menos estrecha acompaña por sus orillas al río, merece una visita. Se
trata del soto original con su vegetación típica de ribera (chopos, álamos,
sauces, zarzas, etc.), que sometido a las crecidas estacionales del Ebro quedan
en ocasiones inundadas por sus aguas. De muy difícil tránsito, su espesa
vegetación, hace que sea un lugar privilegiado para albergar un importante
número de especies.
Vista parcial del Parque del agua, al fondo se puede
observar tenuemente el Moncayo con su cumbre nevada, otra joya natural
que la provincia de Zaragoza. comparte con tierras de Soria.
Podemos encontrar paneles informativos como este por todo el parque
que nos indica la ubicación de sus instalaciones, pero no es ese el motivo
principal por el cual muestro esta imagen, el motivo es que aquí se puede
apreciar la forma del meandro y los canales que en su interior se han
construido, siendo estos colonizados inmediatamente por infinidad de especies,
se debe tener en cuenta, para hacerse una idea de su importancia,que el parque
cuenta con nada menos que 120 hectáreas.
Lo que más llama la atención al entrar en el parque es que mucho antes de llegar a los canales de agua podemos encontrar a las gallinetas comunes (Gallinula choropus), como se ve en la foto muy alejadas de los espesos carrizos, tal es la cantidad de ejemplares que cuando uno las observa desde lejos tiene la sensación de que en vez de gallinetas son gallinas domésticas rebuscando comida entre el césped del parque.
Resulta bastante fácil observar a las gallinetas de cerca sin que se
asusten ni lo más mínimo.
La focha común (Fulica atra), de la familia de las rallidae al igual
que la gallineta, aunque es menos abundante, podemos tener suerte y toparnos
con una de ellas. Ese ejemplar permitió que me acercara a unos pocos centímetros
de él sin ningún temor, mostrando tanta
curiosidad al verme como la que yo sentía al verlo a él.
Las anátidas también están presentes en él y aunque se pueden ver algunas
especies de patos muy ocasionalmente, es el ánade azulón (Anas platyrhynchos)
el más abundante de todas las aves acuáticas que habitan en el parque. Me pregunto
si estos patos proceden de patos domésticos que posiblemente se han
cruzado con el silvestre, pues en otros
cursos fluviales de Zaragoza los hay, con una diferencia, que las poblaciones
de otros tramos urbanos que cruzan la ciudad, en un alto porcentaje tienen
rasgos de origen doméstico, así pues existen ejemplares blancos, de diferentes
colores o con plumajes mestizos, cosa que no ocurre con los patos del Parque
del Agua, que conservan el plumaje de
las poblaciones silvestres, diferenciándose de estos tan solo en su carácter
más dócil y tolerante con los visitantes del parque, pues permiten que nos
acerquemos a pocos centímetros de ellos.
Con el pato criollo (Cairina moschata) a diferencia que con el ánade
azulón, no existe ninguna duda de que su procedencia es de aves domésticas,
pues el lugar de origen de esta anátida es América del Sur. Su población en el
parque, de momento, es menos numerosa que la de otras aves.
También
la lavandera blanca es otro paseriforme que frecuenta el parque.
Un pequeño grupo de cisnes vulgares (cygnus olor) introducidos adornan
con su elegante porte las aguas de estos canales.
Las instalaciones de ocio como es este pequeño embarcadero son
utilizadas por los cormoranes grandes (phalacrocorax carbo), donde se les puede
contemplar mientras secan sus plumas al sol.
El pájaro moscón (Remiz pendulinus) muy común en estas riberas se
puede observar entre los carrizos. Tiene la característica de hacer sus nidos
en forma de bolsa colgados en las ramas de los árboles de ribera.
Aunque no es el carrizo el hábitat preferido del gorrión molinero
(Passer montanus) entre ellos se siente muy a gusto.
En los últimos años la gaviota patiamarilla (Larus michahellis) ha aumentado su población
considerablemente hasta el punto que en el año 2011 se localizó un nido con
tres pollos en las instalaciones del parque. En ocasiones se concentran en tal
cantidad sobre los edificios que rodean el parque que da la sensación
de estar en una ciudad costera.
Vistas
todas estas especies que son las más frecuentes en este Parque del Agua, me
gustaría destacar la perfecta armonía que hay entre las especies que los
habitan y los visitantes, puesto que en unos pocos años que lleva el parque
abierto se han conseguido poblaciones estables con una conducta importante
respecto a la tolerancia que tienen al hombre. Gracias a estos cambios se las
puede observar muy de cerca, sin jaulas ni barrotes de por medio. Sin duda algunas estos cambios de comportamiento han sido debidos a que cada vez somos más cívicos y respetuosos con nuestro entorno.
No sucede
lo mismo en el soto natural que rodea el meandro, donde las especies que lo
habitan siguen desconfiando del hombre, resultando más difícil su observación.
La espesa vegetación del soto (izquierda) separa el parque del río,
formada por una gran variedad de especies vegetales alberga a aves y mamíferos
como el zorro, el tejón, conejos o roedores aunque estos últimos, de hábitos nocturnos, son más difíciles de observar.
A lo largo
del recorrido del soto encontraremos paneles informativos, donde nos informan
de las especies vegetales como animales que lo habitan.
Con suerte,
sigilo y paciencia podremos ver alguna ardeida, como esta garcilla bueyera
entre la espesa vegetación y que no es la única especie de garza que transita por esta zona, pues garzas
reales, garcetas y alguna otra son relativamente frecuentes aunque al contrario que las otras aves que
habitan el parque, estas evitan en lo posible la cercanía del hombre.
El soto está sometido a
las crecidas que se producen en el Ebro, inundándose temporalmente y cambiando su aspecto.
El Pabellón puente, quizás sea la frontera que divide el meandro del
tramo más central y urbano del Ebro, pero ese ya es otro tema.
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