Como ya
vimos en una entrada anterior, Fauna Urbana, hay gran cantidad de especies que
habitan los parques, jardines, hileras de árboles en las largas avenidas y un
sinfín de pequeños y grandes ecosistemas que en las ciudades hemos creado.
Se dice que todas estas especies, generalmente
aves, se acomodan en las ciudades porque encuentran protección frente a los
depredadores, más escasos en estos medios urbanos. Pero no solo necesitan estar
seguras frente a sus depredadores, sino que además necesitan una fuente de
alimento.
El
ciudadano que pasa día tras día por las aceras o el que circula con su coche
por las asfaltadas calles puede pensar que la ciudad apenas ofrece recursos
para abastecer a un buen número de especies.
Aunque las
ciudades estén cubiertas de asfalto y edificios, tenemos importantes zonas
verdes cubiertas la mayor parte de césped, que aunque nos resulte bonito,
agradable y nos dé la sensación de una ciudad más ecológica, puedo decir, que
no es precisamente un ejemplo de ecología, pues el césped ornamental está
compuesto de unas determinadas variedades de gramíneas sumamente exigentes que necesitan para su
manutención una cantidad de agua
desmesurada y también abundante abono
químico rico en nitrógeno. Aun así es de donde se alimentan algunas especies de aves e
insectos.
Las cotorras argentinas, unas de las aves que se alimentas
de las flores y semillas que proliferan en los prados artificiales de las
ciudades, aunque también otras aves como palomas torcaces, tórtolas turcas,
todos los fringílidos y otras aves aprovechan las hojas y sobre todo sus
semillas.
Pero los
grandes protagonistas como productores, sin duda son los árboles y arbustos.
Algunos de ellos propios de nuestras regiones y utilizados en la agricultura desde hace siglos como es el caso del olivo que se ha convertido en árbol ornamental en
muchas de nuestras ciudades, por ejemplo en Zaragoza, donde he realizado este
trabajo. También se han plantado especies silvícolas como son pinos, abetos,
álamos, chopos y un largo etc… se han
introducido especies traídas de lejanos sitios y se han seleccionado e hibridado
otras con el objetivo de crear ejemplares más ornamentales. Todas ellas
contribuyen en mayor o menor medida a mantener la fauna de nuestras ciudades.
Entre los arbustos el espino de fuego, con una abundante floración en
primavera, que atrae a numerosos insectos, produce posteriormente un sinfín de
pequeños frutos.
Las bayas del espino de fuego constituyen un buen alimento para
diversas aves como las tórtolas turcas, gorriones, zorzales, mirlos y aves insectívoras
que durante los meses de otoño e invierno, cuando escasean los insectos
encuentran un suplemento alimenticio en los frutos de diversas especies vegetales.
Entre las cupresaceas las tuyas (del género Thuja) dan abundantes
frutos repletos de semillas, al igual que sus parientes cercanos, los cipreses.
Los verderones (Carduelis choris) con sus fuertes picos son capaces de extraer las semillas de sus conos, romper su cáscara y acceder al interior de las protegidas semillas.
Los verderones (Carduelis choris) con sus fuertes picos son capaces de extraer las semillas de sus conos, romper su cáscara y acceder al interior de las protegidas semillas.
Las ornamentales palmeras originarias de climas más cálidos se han
adaptado a algunas de nuestras ciudades contribuyendo con sus frutos a alimentar
a algunas especies.
El aparentemente inútil dátil de las ornamentales palmeras es
aprovechado por las oportunistas cotorras, que comen la escasa pulpa que rodea
la semilla. En ocasiones se congregan en grandes grupos en torno a estos
árboles.
Uno de los árboles que aporta gran cantidad de alimento es el
olivo. En Zaragoza ocupa gran parte de sus zonas verdes. Cultivado en esta zona
desde haces muchísimo tiempo y muy bien adaptado al duro clima mediterráneo,
encuentra unas condiciones óptimas en parques y jardines.
Las mimadas condiciones que a los olivos se les da en los parques, da
como resultado una abundante cosecha de olivas que son aprovechadas por numerosas aves, las palomas torcaces las arrancan directamente del olivo tragándolas
enteras.
Este hábito alimenticio da como resultado encontrar numerosos
huesos de oliva bajo los posaderos y
dormideros de las torcaces. En la imagen los excrementos de paloma torcaz
(palomina) entremezclados con los huesos sin digerir, que seguramente habrán
conservado su poder germinativo a pesar de haber estado sometidos a los ácidos
jugos gástricos.
Las olivas que las torcaces y otras aves de gran tamaño no consumen
directamente del olivo, caen al suelo una vez maduras, acumulándose en grandes
cantidades sirviendo de alimento a pájaros más pequeños como el gorrión
común, el pinzón vulgar y a otros con
dietas insectívoras que encuentran en la oleaginosa pulpa de la oliva una
alternativa a la escasez de insectos en periodos invernales.
El aligustre que puede tener porte arbóreo como el de la imagen o
arbustivo formando setos, está cercanamente emparentado con el olivo, pues
ambas especies pertenecen a la familia de las oleaceae. Su abundante floración
que inunda el aire de un aroma
característico dará en otoño multitud de frutos.
Bajo los aligustres se pueden encontrar los envoltorios de las
semillas, después de que pájaros como el verderón, las hayan descascarillado
con su pico.
Las torcaces a diferencia de los verderones tragan el fruto entero, además lo empiezan a consumir a mediados del mes de octubre, cuando todavía está verde.
Las torcaces a diferencia de los verderones tragan el fruto entero, además lo empiezan a consumir a mediados del mes de octubre, cuando todavía está verde.
¿¡Como no iban a estar presentes las cotorras argentinas en este
banquete!?
Estas pocas semillas que aquí muestro, es tan sólo una mínima muestra
de los cientos o quizás miles que se encontraron en la terraza de una vivienda deshabitada, situada
junto a un parque donde abundaban los aligustres, fueron los estorninos los
encargados de trasladarlas hasta allí, tragadas sus bayas, digerida su pulpa y
excretada su semillas manchando con el característico color morado suelo y
barandilla de la terraza, la lluvia se encargo de limpiar los restos fecales
dejando las semillas totalmente limpias, el viento las acumulo en grandes
cantidades en los rincones de la terraza.
Estas observaciones han sido realizadas en la
ciudad de Zaragoza, con unas determinadas especies vegetales ornamentales que
en ellas se dan, en otras ciudades con distinta climatología, habrá especies
diferente como madroños, mirtos, agracejos etc. En este caso serán
los frutos de estas especies los que conformaran la base de la pirámide
ecológica urbana.
Magnifica entrada, muy interesante y didáctica.
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