jueves, 23 de enero de 2014

EN LA BASE DE LA PIRAMIDE ECOLÓGICA URBANA

Como ya vimos en una entrada anterior, Fauna Urbana, hay gran cantidad de especies que habitan los parques, jardines, hileras de árboles en las largas avenidas y un sinfín de pequeños y grandes ecosistemas que en las ciudades hemos creado.
 Se dice que todas estas especies, generalmente aves, se acomodan en las ciudades porque encuentran protección frente a los depredadores, más escasos en estos medios urbanos. Pero no solo necesitan estar seguras frente a sus depredadores, sino que además necesitan una fuente de alimento.
El ciudadano que pasa día tras día por las aceras o el que circula con su coche por las asfaltadas calles puede pensar que la ciudad apenas ofrece recursos para abastecer a un buen número de especies.

Aunque las ciudades estén cubiertas de asfalto y edificios, tenemos importantes zonas verdes cubiertas la mayor parte de césped, que aunque nos resulte bonito, agradable y nos dé la sensación de una ciudad más ecológica, puedo decir, que no es precisamente un ejemplo de ecología, pues el césped ornamental está compuesto de unas determinadas variedades de gramíneas  sumamente exigentes que necesitan para su manutención una  cantidad de agua desmesurada y también abundante  abono químico rico en nitrógeno. Aun así es de  donde se alimentan algunas especies de aves e insectos.

 Las cotorras argentinas, unas de las aves que se alimentas de las flores y semillas que proliferan en los prados artificiales de las ciudades, aunque también otras aves como palomas torcaces, tórtolas turcas, todos los fringílidos y otras aves aprovechan las hojas y sobre todo sus semillas.






Pero los grandes protagonistas como productores, sin duda son los árboles y arbustos. Algunos de ellos propios de nuestras regiones y utilizados en la agricultura desde hace siglos como es el caso del olivo que se ha convertido en árbol ornamental en muchas de nuestras ciudades, por ejemplo en Zaragoza, donde he realizado este trabajo.  También se han plantado especies silvícolas como son pinos, abetos, álamos, chopos y un largo etc…  se han introducido especies traídas de lejanos sitios y se han seleccionado e hibridado otras con el objetivo de crear ejemplares más ornamentales. Todas ellas contribuyen en mayor o menor medida a mantener la fauna de nuestras ciudades.





Entre los arbustos el espino de fuego, con una abundante floración en primavera, que atrae a numerosos insectos, produce posteriormente un sinfín de pequeños frutos.



Las bayas del espino de fuego constituyen un buen alimento para diversas aves como las tórtolas turcas, gorriones, zorzales, mirlos y aves insectívoras que durante los meses de otoño e invierno, cuando escasean los insectos encuentran un suplemento alimenticio en los frutos de diversas especies vegetales.






Entre las cupresaceas las tuyas (del género Thuja) dan abundantes frutos repletos de semillas, al igual que sus parientes cercanos, los cipreses.




Los verderones (Carduelis choris) con sus fuertes picos son capaces de extraer las semillas de sus conos, romper su cáscara y acceder al interior de las protegidas semillas.



 Los gorriones rebuscan las semillas caídas al suelo.




Las ornamentales palmeras originarias de climas más cálidos se han adaptado a algunas de nuestras ciudades contribuyendo con sus frutos a alimentar a algunas especies.



El aparentemente inútil dátil de las ornamentales palmeras es aprovechado por las oportunistas cotorras, que comen la escasa pulpa que rodea la semilla. En ocasiones se congregan en grandes grupos en torno a estos árboles.



Uno de  los árboles  que aporta gran cantidad de alimento es el olivo. En Zaragoza ocupa gran parte de sus zonas verdes. Cultivado en esta zona desde haces muchísimo tiempo y muy bien adaptado al duro clima mediterráneo, encuentra unas condiciones óptimas en parques y jardines.



Las mimadas condiciones que a los olivos se les da en los parques, da como resultado una abundante cosecha de olivas que son aprovechadas por numerosas aves, las palomas torcaces las arrancan directamente del olivo tragándolas enteras.



Este hábito alimenticio da como resultado encontrar numerosos huesos de oliva  bajo los posaderos y dormideros de las torcaces. En la imagen los excrementos de paloma torcaz (palomina) entremezclados con los huesos sin digerir, que seguramente habrán conservado su poder germinativo a pesar de haber estado sometidos a los ácidos jugos gástricos.




Las olivas que las torcaces y otras aves de gran tamaño no consumen directamente del olivo, caen al suelo una vez maduras, acumulándose en grandes cantidades sirviendo de alimento a pájaros más pequeños como el gorrión común,  el pinzón vulgar y a otros con dietas insectívoras que encuentran en la oleaginosa pulpa de la oliva una alternativa a la escasez de insectos en periodos invernales.



El aligustre que puede tener porte arbóreo como el de la imagen o arbustivo formando setos, está cercanamente emparentado con el olivo, pues ambas especies pertenecen a la familia de las oleaceae. Su abundante floración que  inunda el aire de un aroma característico dará en otoño multitud de frutos.



El  fruto del aligustre, tóxico para los humanos, resulta un excelente alimento para el verderón, fringílido con robusto pico que es capaz de comer sus bayas y también acceder a la semilla protegida por una cáscara.




Bajo los aligustres se pueden encontrar los envoltorios de las semillas, después de que pájaros como el verderón, las hayan descascarillado con su pico.




Las torcaces a diferencia de los verderones tragan el fruto entero, además lo empiezan a consumir a mediados del mes de octubre, cuando todavía está verde.




¿¡Como no iban a estar presentes las cotorras argentinas en este banquete!?




Estas pocas semillas que aquí muestro, es tan sólo una mínima muestra de los cientos o quizás miles que se encontraron en la  terraza de una vivienda deshabitada, situada junto a un parque donde abundaban los aligustres, fueron los estorninos los encargados de trasladarlas hasta allí, tragadas sus bayas, digerida su pulpa y excretada su semillas manchando con el característico color morado suelo y barandilla de la terraza, la lluvia se encargo de limpiar los restos fecales dejando las semillas totalmente limpias, el viento las acumulo en grandes cantidades en los rincones de la terraza.


Estas observaciones han sido realizadas en la ciudad de Zaragoza, con unas determinadas especies vegetales ornamentales que en ellas se dan, en otras ciudades con distinta climatología, habrá especies diferente como madroños, mirtos, agracejos etc. En este caso serán los frutos de estas especies los que conformaran la base de la pirámide ecológica urbana. 


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