viernes, 7 de febrero de 2014

LA HIEDRA (Hedera helix) A contracorriente.

Si pasamos junto una hiedra durante la primavera o verano, poco o nada nos llamará la atención puesto que apenas contrasta con el color verde de otras plantas. Si pasamos junto a ella en invierno quizás destaque sobre el resto de las plantas que la rodean, pues a diferencia de muchas de ellas la hiedra conserva sus hojas verdes durante todo el año incluido el invierno. Pero es en el otoño cuando esta planta destaca sobre todas las demás, puesto que florece durante los meses de septiembre y octubre, justo cuando ninguna planta lo hace, excepto pequeñas plantas de porte herbáceo que aprovechan las suaves temperaturas otoñales para ultimar su ciclo reproductivo antes de que lleguen los fríos invernales.
Es pues una planta con un gran interés ecológico, no pasando desapercibida durante su floración, ya que a su alrededor se congregan infinidad de insectos, llegando a ser tan alta su concentración que hace que en su mayoría abejas choquen contra nuestros cuerpos al pasar por caminos bordeados de hiedras.
Pertenece a la familia de las araliaceae, y como otras muchas plantas se ha utilizado con fines medicinales, posiblemente exagerando sus propiedades curativas, aunque al parecer algunas partes de ella tienen  propiedades expectorantes y beneficiosas para el aparto respiratorio. También se ha utilizado para usos externos en forma de decocciones o cataplasmas, aplicadas sobre la piel.

 El único uso que yo he visto que se le haya dado a sus hojas es de callicida, aunque hace tiempo de eso creo  recodar que su  uso era efectivo. En cuanto al uso interno de esta planta dudo que  hoy en día se le  dé, al menos sin prescripción de un especialista, puesto que es tóxica.  





La hiedra es una planta trepadora que se adhiere a las paredes, subiendo por ellas en busca de la luz. Es curioso que presenta dos formas, como se ve en la imagen mientras escala por las paredes sus hojas presentan lóbulos, cuando la hiedra no encuentra soporte al que agarrarse toma forma de arbusto con tallos más consistentes y sus hojas pierden sus lóbulos, siendo sus bordes lisos, es en esta parte donde aparecen las flores y posteriormente sus frutos.



Cuando no encuentra paredes de piedra hechas por el hombre, las paredes de roca le sirven de soporte. Se puede observar que sus tallos pueden convertirse en gruesos troncos.




 También es frecuente que se aferre al tronco de los árboles, trepando por ellos para alcanzar la luz del Sol. Con el paso del tiempo la hiedra va prosperando mientras que el árbol se va asfixiado hasta que muere.



En los primeros meses del otoño,  cuando apenas quedan flores en el campo pero abundan las hiedras,  las abejas encuentran una inagotable fuente de alimento para llenar su colmena de miel.



Además de abejas, la abundante floración de la hiedra atrae a cientos o quizás miles de  insectos de diferentes especies, como avispas, moscas, tábanos y algunos de tan singular belleza como el que se ve en la imagen.



Sus verdes frutos en forma de baya, que van engordando a lo largo del otoño.




Las bayas alcanzan la madurez a principios del invierno tomando un color morado negruzco, en este momento es cuando son más apetecibles para las aves, a las que no afecta su toxicidad. Si bien al principio del otoño su polen y néctar ofrecía alimento a  los insectos, cuando las flores escaseaban, ahora sus bayas alimentan a las aves justo cuando los frutos otoñales se han agotado.



 Pero los cierto es que su valor ecológico no acaba, en la producción de flores y bayas cuando ninguna otra especie vegetal lo hace, sino que además sus hojas perennes ofrecen un tupido refugio durante el invierno a gran cantidad de aves, y sobre todo cuando  forma grandes masas vegetales.





Los tallos trepadores no reproductivos poseen unas raicillas capaces de adherirse a cualquier soporte.



Las paredes de piedra son uno de los soportes más favorecedores para la hiedra. Las raíces de sus tallos se aferran a sus rugosidades  e introduciéndose entre piedra y piedra. son capaces a través de sus juntas   de traspasar el muro invadiendo su cara opuesta.








Existen variedades ornamentales, traídas en ocasiones de lugares muy lejanos que adornan parques y jardines, la de la foto tiene el borde de las hojas blancas, mientras que el centro conserva el intenso color verde.




Otras  variedades de hiedra, también utilizadas con fines ornamentales, tienen hábitos rastreros, siendo capaces, si se les deja, de cubrir grandes superficies de tierra.





No hay comentarios:

Publicar un comentario