jueves, 20 de marzo de 2014

PREPARACIÓN Y CONSERVACION DE SEMILLAS

Aunque hoy en día podemos encontrar semillas y plantero fácilmente en cualquier vivero, floristería o en grandes superficies dedicadas a la jardinería, yo prefiero, en ocasiones, recoger y guardar las semillas de las variedades que me gustan. Sobre todo cuando se tratan de variedades que no son comerciales y de aquellas que las vienen cultivando generaciones pasadas.
Posiblemente no merezca la pena, en muchas ocasiones, perder el tiempo en guardar semillas que muchas veces, cuando las plantamos, de ellas salen plantas con unas características muy diferentes a las esperadas. Esto suele suceder cuando recogemos semillas de plantas muy seleccionadas, hibridadas o que han sufrido cualquier otro tipo de manipulación genética. No obstante, no pasa nada por probar y experimentar. Este blog está dirigido a todas aquellas personas que les gusta la naturaleza, la fauna, la flora… y también a aquellos  que le guste tener su propio huerto o cultivar unas pocas plantas en las jardineras o macetas de su terraza, sin más, no se trata de obtener grandes cosechas, simplemente de cultivar las hortalizas, plantas aromáticas u ornamentales por pura afición. Con ello poder observar, aprender y estar en contacto con la naturaleza, y por supuesto que nos alegraremos si además conseguimos una buena cosecha.   

Voy a dar una serie de consejos para guardar y conservar las semillas de aquellas plantas que os gusten, para  todos aquellos que no sepan cómo hacerlo.  Aunque estoy seguro que muchos de vosotros tendréis  vuestros propios métodos tan buenos o mejores que estos, mi intención es tan solo compartir experiencias.



Las semillas de  calabaza, también las de pepino o calabacín, bastará con retirarlas del fruto y dejarlas secar unos días al sol.



Una vez que estamos seguros de que estén bien secas, la podemos guardar.



Sin duda alguna el cultivo estrella de mi huerto es el tomate. Hace más de diez años que en casa de un amigo comí unos tomates buenísimos, él me dijo que había comprado el plantero en un vivero,  que  eran de la variedad raff, y que me guardaría semillas, pero se le olvidó, y meses más tarde (finales de octubre o noviembre) visité su huerto, en el suelo había quedado un tomate medio descompuesto, lo guardé y extraje las pocas semillas que quedaban, para plantarlas al año siguiente.






El resultado de aquellas semillas fueron estos tomates de los cuáles conservo las semillas año tras año dándome  unos resultados excelentes, aunque creo que no son de la variedad raff, sino que más bien se parecen a la variedad de tomate rosa, aunque no sabría determinar con exactitud su variedad. Lo cierto es que lo que menos me preocupa es la variedad a la que pertenecen, para mí es un buen tomate, por sus  características, ya que tiene un buen sabor, aunque puede ser que otras variedades lo superen, también tiene una textura muy agradable, es muy carnoso, lo que lo hace apto para conservar en frascos al vacío, sin que se convierta todo en líquido. Además su planta es muy rústica y resistente a la sequía, lo que lo hace ideal para cultivarlo en mi huerto que durante los meses de Julio y Agosto suele escasear el agua para el riego, llegando a aguantar hasta un mes sin regar en una tierra bastante árida.




Por estas razones todos los años recojo algunos tomates  y extraigo sus semillas. Escojo los más maduros y sanos, aunque pruebas que he hecho con tomates ligeramente maduros me han dado también buenos resultados.



Aunque recuerdo que mis abuelos dejaban algunos tomates abiertos en una ventana sobre un papel para que las semillas  se secaran yo prefiero  recoger las semillas en un recipiente para lavarlas posteriormente.



Con ayuda de un colador y colocándolas debajo del grifo, elimino todos los restos de pulpa.





Una vez eliminada toda la pulpa posible, las vuelvo a lavar y las escurro.



Una vez escurridas las tiendo sobre un paño, sonde las seco y las restriego para volver a eliminar los pocos restos de pulpa que hayan quedado.



Las cambio a un paño seco y las coloco al exterior donde les dé el aire (cuidado que el viento no se las lleve) y el sol.



 Cuando todavía no han terminado de secarse y están ligeramente húmedas con la ayuda del filo de un cuchillo las separaremos del paño, para que no queden pegadas a él. Esta operación la repetiremos tantas veces como sean necesarias, también las separaremos con nuestros dedos, se separan mejor cuando están a punto de secarse totalmente.



Una vez que estén bien secas (si no lo están corremos el peligro de que aparezcan mohos) y hayan quedado sueltas, las colocaremos en tarros que tengan el cierre lo más hermético posible. Los frascos de patés o mermeladas van muy bien, también los botes de plástico de los antiguos carretes de fotos pueden servirnos, yo guardo un montón para estos menesteres, que además son de color oscuro generalmente negros lo cual evita que pase la luz. No olvidaremos colocar una etiqueta con la fecha y la variedad a que pertenece. Y ya están listas para guardar en un lugar lo más fresco y seco posible. 



No todas las semillas requieren este tipo de tratamiento, otras tan solo hay que esperar a extraerlas del habitáculo que las protege y guardarlas, como puede ser el caso de las leguminosas que están protegidas en el interior de una vaina.




Con las judías, nos limitaremos a separarlas de sus vainas secas, que habremos recogido cuando estén bien granadas.




Es frecuente que entre las judías de una determinada variedad se hallen semillas de otras variedades, las cuales apartaremos, también apartaremos las semillas mal formadas, comidas por insectos, afectadas por mohos y todas aquellas que no tengan buen aspecto. Una vez seleccionadas las semillas las guardo en frascos de la misma manera que guardo la del tomate.



En general la mayoría de las semillas no nos darán ningún problema a excepción de alguna, como por ejemplo las judías que pueden ser atacadas por los gorgojos.



Hay que tener en cuenta que estos insectos ponen sus huevos en el grano, antes de que nosotros recojamos la cosecha, eclosionando una vez que hayamos guardado las semillas, sus larvas se nutrirán de la legumbre y luego aparecerá el adulto que se ve en la imagen.



Tradicionalmente en mi entorno, para evitar el ataque de los insectos, se introducía una cabeza de ajos entre la legumbre, aunque tengo dudas de su eficacia, yo también lo hago y hasta ahora no he tenido ningún problema (de hecho las judías con gorgojos de las fotos me las habían regalado). Métodos más eficaces, son el congelar los granos una vez a que estén bien secos durante dos días, una vez descongelados se vuelven a secar y se guardan, de este modo muere el huevo y las pequeñas larvas que pudieran haber eclosionado ya, también hay quien las mantiene al vacío, aunque este método no lo he probado nunca.



 Algunas veces  he encontrado judías olvidadas durante algunos años en graneros de familiares o amigos, de variedades locales, poco comunes o que son difícil de encontrar en el mercado. Si me interesaba recuperar la variedad no dudo en plantarlas, pues en ciertas condiciones medio ambientes son capaces de conservar su poder germinativo durante varios años, también semillas taladradas por el gorgojo pueden germinar, como las de la imagen,  por lo tanto en  ocasiones no las desecharemos.


jueves, 6 de marzo de 2014

El MEANDRO DE RANILLAS (ZARAGOZA).

Llega el Ebro a Zaragoza con un tortuoso meandro que recorre barrios periféricos de la ciudad antes de entrar en el centro de la capital.

Es el Meandro de Ranillas, abrazando una gran superficie de tierra en su margen izquierda que años atrás estaba en parte ocupada por huertas y que en los años previos al 2008 fueron transformadas para albergar la Expo Zaragoza 2008. Aunque se construyeron algunos edificios, gran parte de su superficie fue utilizada para crear un amplio parque, El Parque del Agua Luis Buñuel con zonas deportivas y de ocio integradas en el amplio recinto. En estas zonas podemos encontrar abundante fauna urbana, al igual que en otros parques de la ciudad, con la peculiaridad que en él se ha integrado un espléndido humedal, aunque artificial, ha quedado perfectamente naturalizado con la vegetación, en su mayoría carrizal, que cubre parte del gran entramado de canales, que recorren el parque a todo su largo.  Aunque no es este el único atractivo que el meandro nos ofrece, también el soto que a modo de franja más o menos estrecha acompaña por sus orillas al río, merece una visita. Se trata del soto original con su vegetación típica de ribera (chopos, álamos, sauces, zarzas, etc.), que sometido a las crecidas estacionales del Ebro quedan en ocasiones inundadas por sus aguas. De muy difícil tránsito, su espesa vegetación, hace que sea un lugar privilegiado para albergar un importante número de especies.




Vista parcial del Parque del agua, al fondo  se puede  observar tenuemente el Moncayo con su cumbre nevada, otra joya natural que la provincia de Zaragoza. comparte con tierras de Soria.



Podemos encontrar paneles informativos como este por todo el parque que nos indica la ubicación de sus instalaciones, pero no es ese el motivo principal por el cual muestro esta imagen, el motivo es que aquí se puede apreciar la forma del meandro y los canales que en su interior se han construido, siendo estos colonizados inmediatamente por infinidad de especies, se debe tener en cuenta, para hacerse una idea de su importancia,que el parque cuenta con nada menos que 120 hectáreas.




Lo que más llama la atención al entrar en el parque es que mucho antes de llegar a los canales de agua podemos encontrar a las gallinetas comunes (Gallinula choropus), como se ve en la foto muy alejadas de los espesos carrizos, tal es la cantidad de ejemplares  que cuando uno las observa desde lejos tiene la sensación de que en vez de gallinetas son gallinas domésticas rebuscando comida entre el césped del parque.



Resulta bastante fácil observar a las gallinetas de cerca sin que se asusten ni lo más mínimo.




La focha común (Fulica atra), de la familia de las rallidae al igual que la gallineta, aunque es menos abundante, podemos tener suerte y toparnos con una de ellas. Ese ejemplar permitió que me acercara a unos pocos centímetros de él  sin ningún temor, mostrando tanta curiosidad al verme como la que yo sentía al verlo a él.



Las anátidas también están presentes en él y aunque se pueden ver algunas especies de patos muy ocasionalmente, es el ánade azulón (Anas platyrhynchos) el más abundante de todas las aves acuáticas que habitan en el parque. Me pregunto si estos patos proceden de patos domésticos que posiblemente se han cruzado  con el silvestre, pues en otros cursos fluviales de Zaragoza los hay, con una diferencia, que las poblaciones de otros tramos urbanos que cruzan la ciudad, en un alto porcentaje tienen rasgos de origen doméstico, así pues existen ejemplares blancos, de diferentes colores o con plumajes mestizos, cosa que no ocurre con los patos del Parque del Agua, que conservan  el plumaje de las poblaciones silvestres, diferenciándose de estos tan solo en su carácter más dócil y tolerante con los visitantes del parque, pues permiten que nos acerquemos a pocos centímetros de ellos.



Con el pato criollo (Cairina moschata) a diferencia que con el ánade azulón, no existe ninguna duda de que su procedencia es de aves domésticas, pues el lugar de origen de esta anátida es América del Sur. Su población en el parque, de momento, es menos numerosa que la de otras aves.




Un pequeño grupo de cisnes vulgares (cygnus olor) introducidos adornan con su elegante porte las aguas de estos canales.



Las instalaciones de ocio como es este pequeño embarcadero son utilizadas por los cormoranes grandes (phalacrocorax carbo), donde se les puede contemplar mientras secan sus plumas al sol.



El pájaro moscón (Remiz pendulinus) muy común en estas riberas se puede observar entre los carrizos. Tiene la característica de hacer sus nidos en forma de bolsa colgados en las ramas de los árboles de ribera.



Aunque no es el carrizo el hábitat preferido del gorrión molinero (Passer montanus) entre ellos se siente muy a gusto.



También la lavandera blanca es otro paseriforme que frecuenta el parque.



En los últimos años la gaviota patiamarilla (Larus michahellis) ha aumentado su población considerablemente hasta el punto que en el año 2011 se localizó un nido con tres pollos en las instalaciones del parque. En ocasiones se concentran en tal cantidad  sobre los edificios que rodean el parque que da la sensación de estar en una ciudad costera.



Vistas todas estas especies que son las más frecuentes en este Parque del Agua, me gustaría destacar la perfecta armonía que hay entre las especies que los habitan y los visitantes, puesto que en unos pocos años que lleva el parque abierto se han conseguido poblaciones estables con una conducta importante respecto a la tolerancia que tienen al hombre. Gracias a estos cambios se las puede observar muy de cerca, sin jaulas ni barrotes de por medio. Sin duda algunas estos cambios de comportamiento han sido debidos a que cada vez somos más cívicos y respetuosos con nuestro entorno. 
No sucede lo mismo en el soto natural que rodea el meandro, donde las especies que lo habitan siguen desconfiando del hombre, resultando más difícil su observación.



La espesa vegetación del soto (izquierda) separa el parque del río, formada por una gran variedad de especies vegetales alberga a aves y mamíferos como el zorro, el tejón, conejos o roedores aunque estos últimos, de hábitos nocturnos, son más difíciles de observar.



A lo largo del recorrido del soto encontraremos paneles informativos, donde nos informan de las especies vegetales como animales que lo habitan.



Con suerte, sigilo y paciencia podremos ver alguna ardeida, como esta garcilla bueyera entre la espesa vegetación y que no es la única especie de  garza que transita por esta zona, pues garzas reales, garcetas y alguna otra son relativamente frecuentes   aunque al contrario que las otras aves que habitan el parque, estas evitan en lo posible la cercanía del hombre.



El soto está sometido a las crecidas que se producen en el Ebro, inundándose temporalmente y cambiando su aspecto.





El Pabellón puente, quizás sea la frontera que divide el meandro del tramo más central y urbano del Ebro, pero ese ya es otro tema.