miércoles, 11 de septiembre de 2013

EL COLIRROJO TIZÓN


(phoenicurus ochruros)


Desde niño sentía una especial admiración por unos pájaros  de tonos grises casi negros con cola rojo óxido, en aquella zona se le daba el nombre popular de “rebalba” de cola roja. La verdad, no era casual esa admiración hacia estas aves.
Corrían el final de los años 60 y en el entorno rural en el que yo vivía los niños no teníamos juguetes, ni televisión ni, por supuesto, video-juegos. Lo que si teníamos era mucho tiempo para ver, observar e introducirnos en el entorno que nos rodeaba (todo dependía de las inquietudes y curiosidades que cada cual tenía). Yo me sentía un privilegiado por el entorno que me rodeaba, vivía a las afueras del pueblo, en una vieja casa  hecha de piedra, llena de agujeros donde anidaban los gorriones. A escasos metros, el monte, constituido por inmensas superficies de  roca caliza y dispersados por éste se encontraban corrales, pajares y viejos edificios construidos con las piedras arrancadas a la propia roca, muchos de ellos en ruinas. Sin duda alguna, el lugar ideal para el colirrojo tizón, que anidaba en cualquier agujero en las viejas  paredes, repisas o vigas de madera de aquellos edificios abandonados o poco transitados.
Como he mencionado antes, no disponíamos de muchos juguetes, a no ser que nos los fabricáramos nosotros, así  que a falta de juguetes, éstos eran sustituidos por animales domésticos (cachorros de perro o gato generalmente) o animales silvestres, esto incluía  cualquier nidada de ave, siendo la más frecuente la de colirrojo tizón, incluso más frecuente que las de gorriones. Estos nidos llegaban a mis manos en cualquier tipo de estado, bien con huevos o bien con pollos de cualquier edad (por fortuna nuestra legislación y  mentalidad han cambiado y la práctica de expoliar nidos queda tan lejana como aquellas décadas de los 60 y 70). Estos nidos  supusieron para mí una auténtica enciclopedia de la vida natural. Había una creencia popular, según la cual se pensaba que todos los pájaros comían trigo, de hecho, cuando alguien me traía un pájaro, siempre venía acompañado de una caja de zapatos en la que introducían una lata con trigo y otra con agua, y por último una piedra dentro del agua para evitar que el pájaro la volcara o se introdujera dentro. El destino de estos pajarillos era inevitablemente la muerte. Yo no tendría más de cuatro o cinco años cuando descubrí que no todos los pájaros  comen trigo, y jamás he sabido cómo me di cuenta de este detalle. Quizás observando a los adultos aportar insectos al nido, o quizás por casualidad. Recuerdo con auténtica nostalgia los nidos de colirrojo tizón que me traían, y que mi principal objetivo era que sobrevivieran. Ya contaba con un gran avance, era capaz de alimentarlos correctamente,  pasaba el día cazando los abundantes saltamontes (era la dieta más habitual), moscas, coleópteros y cualquier insecto que se pusiera a mi alcance. Las primeras cebas resultaban costosas pero luego las aceptaban gustosamente, abriendo todos a la vez sus picos, pero no todo estaba ganado, todavía quedaba un problema por resolver, y era el proporcionarles el calor necesario cuando estos contaban con muy pocos días o incluso horas. También conseguí resolver este problema. En una sociedad con escasos recursos era difícil aportar una fuente de calor, en casa, teníamos pollos de gallina a los que se les colocaba una bombilla para que mantuvieran el calor, pero era impensable que se me permitiera colocarles una bombilla a unos pajarillos que al fin  y al cabo solo servían para mantenerme entretenido. Pensé en aportarles calor con agua caliente del mismo modo que en invierno lo hacíamos nosotros, utilizábamos las bolsa de agua caliente para calentar nuestras frías camas y la idea fue inútil ya que no encontré el recipiente adecuado ni nadie que me calentara el agua, así que resolví el problema de otra manera. Por la noche mantenía los pajarillos calientes envueltos en un trapo y dormía con ellos en la mano, a veces los pajarillos quedaban fuera de mis manos y los encontraba a la mañana siguiente fríos y casi muertos, entonces precipitadamente los cogía entre mis manos y calentándolos con mi propio aliento conseguía revitalizarlos. Sin duda alguna si esto ocurría muy a menudo los polluelos acusaban retraso en su desarrollo, así que solucionado el problema de la alimentación  y el aporte de calor pensaba que todo estaba solucionado. Pero tuve un problema que nunca pude solucionar,  este inconveniente fue la gran predilección  que como todos los gatos tenía el mío por los pájaros y que en el momento que daban sus primeros y cortos vuelos iban a parar a la boca del rápido y ágil felino.
Cuarenta años después de todo esto, mis amigos colirrojos tizones han abandonado la periferia de mi vieja y deshabitada  casa, para instalarse dentro de  ella, y por fin puedo tenerlos cerca y observarlos sin dañar sus nidos.

En la actualidad, tanto mi antigua casa, ya no utilizada como vivienda, como los edificios colindantes son invadidos primavera tras primavera por varias parejas de colirrojo tizón donde hacen sus nidos y sacan adelante sus puestas.


Nido de colirrojo tizón con sus huevos 8/06/2011. Nido nº 1

  


En las siguientes imágenes desarrollo del nido nº 1



 En el mismo edificio a escasos metros descubro el 9/06/2011 otro nido, en este caso con polluelos. Nido nº 2










Bajo estas líneas uno de los polluelos del nido nº 2 que ya ha saltado del nido 23/06/2011.




Al descubrir estos dos nidos tan próximos uno de otro y con un intervalo de cría de aproximadamente de una a dos semanas, podemos deducir que a lo mejor pueden constituir pequeñas colonias de cría, pues en otros edificios cercanos se veían otras posibles parejas  o bien un macho cría con dos hembras.

Un hecho curioso es que en la primavera del 2013 se vuelven a ocupar estos mismos lugares de cría y también simultáneamente.


En el lugar donde se ubico el nido  nº 2  en 2011, vuelve a criar otra pareja en 2013. Foto tomada el 09/06/2013









Foto de arriba, poco más de una semana después de que los pollos saltarán del nido la pareja construye un nuevo nido junto al anterior, marcado en negro la ubicación de la primera nidada, en rojo la de la segunda nidada, que  otra vez coincide con la cría del nido nº1. Foto de abajo 10/07/2013 




Como espectador de este fascinante espectáculo, puedo contar como construyen sus nidos, con ramitas, musgo, pajas y que lo tapizan interiormente con plumas, muchas de ella de gallinas, a veces con briznas de lana que las ovejas dejan enganchadas en aliagas o zarzas y posteriormente la pareja encuentra y las transporta al nido. En ocasiones también cuerdas, hilos y filamentos de nailón, enredándose en patas y cuello de los pollos, y que acaban muriendo por asfixia, como le ocurrió a la nidada de la foto anterior. En ocasiones aprovechan restos de un nido anterior, e incluso de varios años atrás, otras veces tras haber terminado el nido en una  viga, trasladan todo el material aportado al otro extremo de la viga construyendo así un nuevo nido. La puesta consta de 4 a 5 huevos y que la probabilidad de que todos salgan adelante es escasa,  el momento más crítico es el periodo en que abandonan el nido, siendo frecuente encontrar restos de alas y plumas en las inmediaciones, víctimas generalmente  de los gatos domésticos. El periodo de cría, en la zona que he observado comienza en Mayo hasta Julio, siendo al parecer frecuente una segunda cría.
En cuanto a la alimentación, puedo asegurar que al menos durante el periodo de cría es totalmente insectívora, como así lo constata el gran número de cebas que he presenciado.



A pesar de la mala calidad de las fotos, bajo estas líneas se puede apreciar la  aportación de insectos al nido.








Estos son los hábitats que le esperan a los jóvenes (observese las comisuras amarillas en la base del pico, típicas de todos pájaros jóvenes)  colirrojos tizón, en la foto superior el tejado de un edificio en   ruinas. En la inferior montañas rocosas y pedregales









El macho presenta una coloración más llamativa que la hembra, con contrastes negros en careta, pecho y alas.



La hembra aunque parecida al macho,  tiene un plumaje más apagado y uniforme.



El colirrojo tizón pertenece el orden de los paseriformes, y se le ha englobado en la familia muscicapidae, también en alguna ocasión en la familia Silvidae aunque creo que la más acertada, es la que lo engloba entre los turdidae.  Es del género Phoenicurus.

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