sábado, 17 de mayo de 2014

RIBERA DEL EBRO EN ZARAGOZA (TRAMO URBANO)

El Ebro es el río más caudaloso de la Península Ibérica y uno de los más largos. Desde su nacimiento hasta que llega a Zaragoza recoge aguas de la Cordillera Cantábrica, lugar donde nace. Por su margen izquierda los ríos que drenan los Pirineos aportan gran caudal de agua, mientras que por su margen derecha lo hacen aquellos que discurren por el Sistema Ibérico. Esta amplia cuenca hace que al llegar a Zaragoza, el Ebro  cuente con un importante caudal que además se incrementará en la misma ciudad, con la desembocadura de dos ríos, el Gállego por la margen izquierda y el Huerva por la derecha. Por supuesto el Ebro seguirá recibiendo agua de sus ambas márgenes hasta su desembocadura en el Mediterráneo.
En una de mis  entradas, EL MEANDRO DE RANILLAS, ya describí la parte anterior del tramo que trato en esta, y que separé porque considero que son notablemente diferentes.
En este tramo quedan sus riberas encajonadas por los edificios e infraestructuras de la ciudad. En   su margen derecha, el casco antiguo, después de dejar atrás el barrio de la Almozara. A su izquierda instalaciones deportivas náuticas y parques separan las abundantes  edificaciones de los  barrios que se empezaron a crear hace poco más de dos décadas, a pesar de entrar en un tramo urbano no por ello pierde su biodiversidad, pudiendo observar desde su orillas un variado número de aves, destacar los andadores que se han construido en sus orillas desde los cuales los zaragozanos y visitantes pueden pasear y mantener un estrecho contacto con el río.





Estas gaviotas patiamarillas (Larus michahellis) fueron fotografiadas desde la margen derecha, junto al puente de Piedra. Rodeado con un círculo rojo el cadáver de un cormorán, lo que nos confirma su carácter oportunista, puesto que estas aves son capaces de alimentarse de todo lo que encuentran, peces, basuras o carroñas como en este caso.




En el mismo tramo que observamos a las gaviotas, también podemos ver al cormorán grande (Phalacrocorax carbo) ambas aves se las puede ver con facilidad y  en un importante número desde hace algunos años, hecho que no deja de sorprenderme puesto que en mi mente las relaciona más  con medios marinos que con medios fluviales.




Al igual que sucedía en el meandro de ranillas, aquí también el ánade azulón (Anas platyrhychos) cría y  es muy abundante además de ser muy dócil y manso, carácter que denota su cruce con los patos domésticos.



Estos dos ejemplares de pato con plumaje a medio camino entre el silvestre y el doméstico, ratifican el cruce entre ambos.




Cada vez es más frecuente el martinete (Nycticorax nycticorax) sobre todo  en las orillas e isletas que se forman bajo el puente del Pilar, conocido como puente de Hierro, lugar donde incluso anida entre los entramados carrizos.



Más abundante que los martinetes y que otras ardeidas, es la garceta común (Egretta garcetta) que se la puede ver a lo largo de todo el tramo del río.



Otras aves menos ligadas directamente a los medios acuáticos también saben sacarle partido a este entorno, y encuentran en los árboles de sus riberas el hábitat ideal, en este caso el bellísimo jilguero.



No solo sus aguas y sus riberas son aprovechadas por la fauna, también las abundantes  construcciones humanas en este tramo del río, tales como puentes o muros de contención, son aprovechadas por numerosas aves como posaderos o lugar para instalar sus nidos .



Como si se trataran de auténticos acantilados fluviales, las paredes del Puente de Piedra, son utilizadas por las palomas como posaderos.



También es habitual sorprender sobre estos muros a la grajilla (Corvus monedula)



 Frecuentan también, los alrededores de este puente los vencejos pálidos (Apus pallidus).





Muy parecido a los vencejos, aunque estos de la familia de los hirundinidae y no de la apodidae como los anteriores, los aviones zapadores anidan en los huecos de los muros de contención del río.


Como podemos ver, el Ebro está plagado de vida en este tramo urbano, pero no siempre ha sido así, pues recuerdo cuando por sus aguas sumamente sucias y turbias bajaban todo tipo de desechos que producían las ciudades, desde sus vertidos, hasta muebles, vehículos e incluso cadáveres de animales de granja, por no hablar de los vertidos incontrolados que se hacían desde los distintos polígonos industriales que crecían a sus márgenes.
No cabe duda alguna que desde la construcción y puesta en funcionamiento de las depuradoras de la Almozara (1989) y La Cartuja (1993) y posiblemente otras muchas más fuera del área de Zaragoza han contribuido a la mejora en la calidad de sus agua y por consiguiente a propiciar el aumento y desarrollo de la vida.



Las viejas instalaciones  que recogían los vertidos de la ciudad y desembocaban en el río han quedado clausuradas por las llamadas chapetas, que tan solo entran en funcionamiento en caso de lluvias siendo este el único agua que vierten al río, muy distinto era años atrás donde las aguas residuales eran vertidas sin control  miles de peces se congregaban para alimentarse de todo tipo de materia orgánica, estos peces solían ser barbos o carpas pues eran los únicos capaces de aguantar tan altos niveles de contaminación.